Aún el terco mar
imparte su fragancia
-tan perpetua y sombría-
aclaraba aquella danza
sin disturbios ni postizos
el uno zigzaguea, emulado por millares
y el agregado esboza colosales figuras
los hechizados comensales
mecen al son de la trova
en tanto rebosa
un lago en sus bocas
-los arenques-
percatados de su desventura
¡Persisten!
ceñidos al movimiento
mientras fenecen los acólitos
Saciando apetitos
si algo muere aquella tarde
entre algas emergen
para danzar de nuevo.
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